Catálogo en Olifante Ediciones de Poesía 
Presentaciones del libro:
Librería "Animal Sospechoso". Barcelona - 27/1/2023 
Edifici de la República. Castelldefels - 4/3/2023 

Primera edición: octubre de 2022
© Goya Gutiérrez
© de la presente edición, Olifante ediciones de poesía
www.olifante.es
ISBN: 978-84-125566-3-6
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POEMAS DEL LIBRO "POZO PRÓDIGO"
LA CASA
I
Maravilloso el despertar de la luz se ha hecho,
se bifurca tras esa grieta que dejan las cortinas
en el vacío espacio del salón que respira,
que ensancha
sus pulmones, cubierto de una piel dorada
como el amanecer, parece que ya estira,
que estrecha sus primeras manos con las que
compartir
esa danza que fluye desde nuestra sangre al
corazón del cosmos.
Las sillas asientan en su seno los hondos
paladares de nuestros invitados.
Giran nuestras miradas hacia esa suculenta
espesura, lo esponjoso
de los vivos colores, los manjares líquidos,
alrededor de la mesa resplandeciente en su
blancura, oferente,
bajo el tintinear cómplice de la lámpara,
vestigio del pasado y del presente,
sus pequeños luceros que iluminan las bocas,
las palabras que estaban a la umbría de algún
vientre,
y ahora vibran desde nuestros estómagos hasta
la lucidez de una guitarra cuyas cuerdas
rasguean nuestras mentes.
Y en la pared la gran cristalera fusionada
con su amor el azogue, cuerpo transfigurado,
cauce que nos contiene.
Reflejos que nos hacen vivir en paralelo
o en la repetición de los instantes,
esos mismos instantes arriesgados al límite,
la redondez
de la luz en el trazo amoroso del cuadro,
la mano creadora.
Y al fondo las hondas vitrinas: tierras feraces
donde crecen porcelanas y vidrios dulces
como pieles de niño,
cometas de cucharas, tenedores, cuchillos,
portadoras de alimento a la vida,
manteles bordados donde nadan las alas
de pájaros y peces,
estantes de hierba en que posar el centro
de un mundo, o sus esencias,
esas mismas esencias atesoradas por las
quietas páginas
que pacientemente esperan ser halladas.
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EPÍLOGO
Hoy, que no ayer, la casa nos abre sus entrañas.
Alumbra tras los muebles la dulce mansedumbre.
Con la barca viajamos al borde de unos cuadros.
Se enhebran y se funden ensueños y vivencias.
Alas de mariposa transparentes en cortinas de seda
nos seducen y llevan hacia entrenzadas playas
de las que los objetos son testigos mudos.
Suena música suave, un gato está maullando.
Nuestros muertos han venido a este lugar a visitarnos
pero en secreto guardan la frontera cruzada
hacia el universo de lo desconocido.
Un crujir de hojas otoñales y brunas nos hablan al oído
mas vive aún la esperanza de un tibio despertar:
Absorber este instante en su silencio calmo.
Recoger el jardín como un ramo de flores
y sentarlo a la mesa como otro comensal.
Creer haber llegado de la senda de un vértigo
hasta el pulso encauzado, un bálsamo en los pies
que se han dulcificado al entrar en los tuyos.
Rememorar la mirada abisal de los peces,
la duda si sabrán del acero en sus bocas,
de redes sobretejidas, de las fauces succionando
la azul oscuridad.
Observar el brillo indescifrable de una estrella
que ha cavado una sima entre nosotras y ella.
Y todo necesario
reflejado en el verbal espejo de unos ojos.
Aguardar el ocaso desde nuestra terraza,
recorrer la vereda crepuscular del riesgo
que nos ha de enfrentar a la niebla y su nada,
mientras puede surgir el asombro,
conjunción luminosa
que ensanche la palabra de agradecer lo dado.
Beber desde el brocal del agua matutina
en donde se deslíen desnudas nuestras vidas
y el tránsito de pasos hacia lo itinerante
por la tenacidad y las grietas que filtran un fulgor,
luz espera, luz vacío, luz reflejo
que ilumina en la semilla el Orbe, lo humano
que nos hiere
en otros muchos mundos, desde donde partimos,
fuera de estas paredes encendidas.
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