Publicaciones - Pozo Pródigo

Presentaciones del libro:


  • Librería "Animal Sospechoso"

    Carrer de Ventalló, 9, 08025 Barcelona
    27 de enero de 2023
    • Con: Julia Bel y la Autora

Presentación de Pozo Pródigo, a cargo de Julia Bel

Barcelona, 27 de enero de 2023


" P O E S Í A P R Ó D I G A "
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Buenas tardes, gracias a todos y a todas por venir.

Estamos, aquí "en vivo", y también "en línea", retransmitiendo desde Barcelona, desde esta magnífica librería especializada en poesía, Animal Sospechoso. Gracias Juan Pablo por acoger esta presentación.

Y hoy, ocupando un lugar central, tenemos a la poeta Goya Gutiérrez, con su nuevo libro "Pozo pródigo".

Buenas tardes, Goya.

Un placer estar aquí, acompañándote.

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Siempre la presentación de un nuevo libro es fuente de alegría. En este caso, además, no es solo fuente, es verdaderamente un pozo de alegría, una honda alegría poética.

Así que, antes que nada, ¡Felicidades Goya!

Enhorabuena por tu nuevo libro, el noveno ya en tu trayectoria poética, (sin contar las dos plaquettes que también tienes editadas).

Nueve libros. Como las Musas -que también son 9-.

Un libro, por cierto, muy diferente al anterior, "Lugares que amar", donde aparecía una voz más meditativa, reflexiva, donde los poemas eran como breves ensayos en verso, a partir de diversas obras de arte que te habían conmovido.

En cambio, "Pozo pródigo", resulta ser, -considero que es- un libro muy personal, más intimista, con una voz que viaja, y una voz que recuerda, con unos versos que anidan en un hogar propio.

Curiosamente, ambos libros han visto la luz en el mismo año, en el 2022. Pero en realidad no se concibieron en el orden en que han sido editados, porque "Pozo pródigo", se escribió antes…

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Quiero decirte que la primera impresión que tuve cuando recibí tu libro, fue: "¡Qué edición tan hermosa!".

Ya solo el libro, como objeto, me atraía mucho: con el tono hueso del papel, con la tipografía Bodoni, con la cartulina verjurada, con la inclusión de un punto de libro y una postal con tu fotografía (que por cierto, debo felicitar a Enric Velo, porque me parece un retrato estupendo de tu rostro).

Pues bien, como te decía, debido a esta cuidada edición de Olifante, tan exquisita, ya de entrada sentí que es un libro que apetece tener. Que apetece abrir.

Es más, el color de la cubierta, este color naranja, es uno de mis preferidos, Con lo cual, aún más atractivo me parecía. Y yo me preguntaba: ¿este color fue una decisión de la editorial o una decisión tuya? Y tiempo después me aclaraste que las propuestas de color de la editorial no te convencían y tú misma propusiste este color naranja.

Pues bien, me parece un color acertadísimo, porque este tono naranja ya me predispuso a conectar con el color de las dunas del desierto, que es precisamente por donde comenzamos a leer, a emprender esta travesía por sus primeras páginas.

Paisaje del desierto; pero no de espejismos. Como decía María Zambrano, "el desierto, lugar de revelación".

Y así, con la lectura, se va revelando en esta primera parte del libro, (llamada IN ITINERE -locución latina para decir "en el camino"-) un itinerario vital, que Goya Gutiérrez presenta a lo largo de los 14 poemas que contiene esta sección.

Un itinerario para llegar finalmente a una especie de "autorretrato en verso", que también podríamos denominar "una declaración de principios", como persona y como poeta, Un itinerario vital y poético, en definitiva, para llegar a ella misma.

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Y mientras esta primera parte aborda el viaje de la vida, la segunda se asienta en la figura de la casa. Por tanto, es un libro nómada y sedentario al mismo tiempo. Un libro también de regreso a casa, donde la casa es tan importante como el trayecto mismo.

Y aunque en principio tenga esta apariencia dual, realmente es un libro unitario.

Un libro repleto de imágenes, de metáforas… Se podría decir que es semejante a un árbol lleno de flores, pródigo en frutos, muy frondoso. Un libro exuberante.

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Debo decir que cada vez disfruto más con cada nueva entrega de la producción poética de Goya Gutiérrez.

Desde "Grietas de luz", editada en el 2015 por Vaso Roto, pasando por las dos ediciones en In-Verso: "Y a pesar de la niebla" (2018) y "Lugares que amar" (2022), hasta llegar ahora a este "Pozo pródigo", han transcurrido siete años, en los que, a mi entender, Goya Gutiérrez ha desarrollado visiblemente su poética.

Y confieso que estos cuatro libros son, de todos los que ha editado, mis predilectos.

* * *

Como te decía antes, para mí, entrar en tu libro fue como entrar en un paisaje.

Y hablando de paisajes, algo que me pasa cuando leo tus poemas, es que siento que tus versos, que acostumbran a ser algo extensos, deliberadamente largos, se me aparecen como el dibujo de una línea melódica, similar a la línea sinuosa de una cordillera.

Suaves lomas que tienen un ritmo pausado, y que, de pronto, alcanzan una cota más elevada, que me impresiona porque ahí has logrado una asociación de palabras insospechada, una imagen muy poderosa, una bella metáfora que ilumina ese horizonte.

Puede ser con una maravillosa puesta de sol o con una aurora. Pero el destello está ahí.

* * *

Y otra cosa que también advertí a lo largo de sus páginas, es que abordabas algo que podría decirse como "la tarea de un poeta, o una poeta".

Por ejemplo, cuando esa caminante, que pasea por la ciudad, reconoce una casa donde trabajó de adolescente y rememora aquella tarea afanosa de limpiar los muebles y los cubiertos de plata.

Y a mí me pareció que en ese gesto tan cotidiano había una significación profunda.

Y en un momento dado, aleatoriamente abrí el libro de Gaston Bachelard, "La poética del espacio", y encontré esta frase: "Cuando un soñador reconstruye el mundo, partiendo de un objeto al que hechiza con sus cuidados, nos convencemos de que todo es germen en la vida de un poeta".

Y después vino Rilke a corroborarlo.

En una carta a Benvenuta, le explica que un día, en ausencia de la asistenta, se puso el delantal y los guantes y comenzó a lustrar los muebles, entre ellos, su escritorio o el piano, y recordó que cuando era pequeño su madre le ordenaba limpiar la casa:

"Fue sin duda la ma?s grande pasio?n de mi infancia y tambie?n mi primer contacto con la mu?sica; porque nuestro piano incumbi?a a mi jurisdiccio?n de sacudidor del polvo. (…) Bajo el celo del trapo, se poni?a de pronto a ronronear meta?licamente... y su hermoso color negro profundo se tornaba cada vez ma?s bello. ¡Que? delicia haber vivido esto!".

Y es que los versos a los que me refiero hablan precisamente de hacer relucir ese "resplandor dormido",

"a la espera de traspasar su brillo

hacia una más duradera belleza". 1


Y esa imagen de sacar brillo a la plata oscurecida también me remitía a la idea de sacar agua de un pozo. De un pozo oscuro pero repleto de agua. Agua que refleja el firmamento.

Pues como decía también María Zambrano, la tarea de Orfeo era transformar esa oscuridad de las entrañas, ese terrible grito de lamento, y refinarlo hasta convertirlo en música, en un hermoso canto. "El gemido que se resuelve en melodía", escribía esta pensadora.

Pues algo así hace la poeta, y lo expresa en estos versos:

"Creer en la pregunta sinsentido, que lucha
quizás toda una vida por su redondez, como una
estatua siempre en tránsito en manos de la artista,

como un poema siempre por pulir". 2


* * *

Y en relación a este "arte poética" de ir escalando "por las cuerda de la lira" como ella indica, quiero leer precisamente unos fragmentos de este poema:

"Cómo podría vivir sin tu presencia, palabra,"
(…)
"Cómo cuando apareces en tumulto de voces,

discernir

de qué hondo pozo, bajo qué estrella te he de rescatar
para que expreses con sentido preciso,"
(…)
"Cómo escribir para encontrar la piedra inadvertida

o desechada

que encaje en ese broche prendido en la solapa

del papel en blanco". 3


Me encanta esta imagen final. Como también el inicio de este otro poema:

"Y llegados hasta aquí, cada uno de nosotros

llevamos

al menos un hospital adentro".


Poema que se cierra con:

"Cada uno de nosotros llevamos en nuestra mente

un poema

escrito con las cicatrices, guías de la memoria

que de momento se han alzado triunfantes". 4


Y esta sensación de que las cicatrices son las que escriben versos, ahondando en el pozo interior de la memoria, recorre el libro: "dejadle aguja e hilo", clama en un poema.

Pero imaginariamente podríamos apreciar que es con las agujas del reloj, y con la aguja de la brújula, con las que se cosen esas heridas, esa escritura por las páginas del recuerdo y de la vida. Las agujas del reloj para coser los tiempos distantes y la aguja de la brújula para coser las distancias en el espacio geográfico.

Esas cicatrices que van conformando nuestro vivir.

* * *

Ahora quiero también destacar la dimensión social de su mirada poética, siempre atenta a los más desfavorecidos.

Porque Goya Gutiérrez observa, escribe, sobre los males de este mundo, pero no lo hace sin contemplar también su rescate. El rescate por la palabra, por la palabra poética, que en este libro expone con una fe renovada, con la necesaria transmutación para poder seguir adelante. Porque ella, desde su poesía, siempre da algo de alivio.

Y esta actitud de Goya, comprometida con el dolor del mundo, con "lo humano que nos hiere" como ella escribe, me lleva a pensar en una hermosa canción del compositor argentino Fito Paéz, interpretada también por Ana Belén, y que he estado escuchando estos días. Su letra me lleva a pensar que Goya también podría decir como ellos:

"¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón."


Y en ese sentido, quiero hablar ahora del poema que comienza "Oigo el hondo lamento de las estaciones", donde se mezcla una vivencia personal, con una historia colectiva.

El poema rememora cuando de niña hizo su primer viaje en tren hacia Barcelona,
desde su pueblo natal en el extremo occidental de la provincia de Zaragoza. Era también la primera vez que iba a ver el mar y ella lo imaginaba como un círculo azul.

A esta imagen entrañable, a la vivencia de esta ilusión infantil, contrapone después
el viaje de los terribles "trenes de la muerte". Y así recoge en su poema personal también el dolor del mundo.

Por esas cosas del azar, ha coincidido que esta presentación se realice en la misma fecha en la que se conmemora el aniversario de la liberación de Auschwitz. Hoy hace, exactamente, 78 años.

Por eso también me parece oportuno señalar un poema que yo he calificado de antibelicista, porque es un recorrido por distintos tipos de guerra que ha habido a lo largo de la historia, pero donde la poeta muestra su convicción, su esperanza en la paz. Comparándola al "agua dulce de manantial", capaz de destronar a la muerte.

* * *

Si la primera parte se iniciaba con una travesía por el desierto, la segunda parte se inicia con un hecho cósmico. Se hace la luz. La luz del día que entra por la "grieta que dejan las cortinas". Lo cósmico se vuelve cotidiano, hogareño.

Y ese "despertar de la luz" entra en el "salón que respira".

Es el afuera y el adentro.

Y de esta manera, nos adentramos, entramos en esta segunda parte, a las diversas estancias de una casa.

Cada poema está dedicado a una de ellas. Así, empezando por el salón, se recorre desde el sótano hasta la buhardilla, pasando por la cocina, la despensa, el living, la habitación de la hija ausente en el extranjero, el desván, el jardín, o el dormitorio conyugal.

Las estancias, de la casa, de una casa, de varias casas. Vividas, habitadas, a lo largo de la vida. La casa propia. El propio cuerpo como hogar. La casa como estado del alma. Y la casa compartida.

Es decir, que en este libro hay: paisaje (propiamente dicho), paisaje doméstico, y paisaje interior.

Y de los 11 poemas que componen esta segunda parte, he elegido para leer un fragmento del de la buhardilla, que no solo es uno de los lugares de la casa que más me gustan, sino que también es el lugar donde Goya Gutiérrez ha colocado los anaqueles con sus libros. Y creo que a una poeta se la puede llegar a conocer por su biblioteca.

"En el centro de la escala del gusto propio, los

libros de los poetas invisibles,

a los que trato con especial orgullo.
De vez en cuando, abro sus ánforas, saboreo

esos aromas

que invisibles quedaron colgados del olvido

de alguien

que midió su belleza en la balanza por el peso

del nombre.

Pero yo los libero, los lavo de prejuicios,
acaricio el riesgo en sus aristas y los dejo soñar.

A su derecha los libros de poetas que consiguieron

atravesar el tiempo,

me nutro de su secreta esencia, la savia que habita
en sus palabras, como fósiles guiádome al origen,
a aquellas resonancias, claves para crear la

nota nueva

en los pentagramas abiertos de la poesía.

A la izquierda los pensamientos, la representación,
los sueños, el mundo del espíritu, la psique,

la ciencia, un saber que ahonda,

en el misterio de lo vivo y lo inerte, en lo errante,

símbolos de la búsqueda,

la fuente inspiradora de todo lo poético.

Más abajo el mundo de la imaginación

desplegando sus alas,

desvelándonos a través de los peregrinajes

del sentido,

la verdad que yace en el fondo del vaso

de nuestra conciencia.

Afuera suenan pájaros, parece que llevaran

en sus picos

las historias, las palabras que acabo de leer

y de escribir,

hacia otros nidos y las estanterías

de otros ojos". 5



* * *

La verdad es que me pasaría horas hablando de este libro. Porque presenta un mundo pródigo en metáforas, abundante en imágenes, en evocaciones, en sugerencias…

Y por ello mismo, cada vez que se lee siempre tiene algo escondido que mostrar. Porque a cada nueva lectura sigo extrayendo agua fresca de su pozo inagotable.

Así que para finalizar, solo diré que, desde su poesía, la contenida en este libro, Goya Gutiérrez nos da a beber un agua renacida, renovadora, que nos alienta, como ella misma dice, a explorar "nuevas formas de crecer, de vivir y de amar".


Muchas gracias.

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1 p. 23
2 p. 38
3 p. 31
4 p. 28-29
5 p. 57-58