La poesía ha sido y es para mí un importante hallazgo muy lento y progresivo en el tiempo. En estos momentos la poesía es una necesidad vital. En algún lugar he escrito que es un refugio, un espacio dulce que aún nos queda, frente a la monotonía, la estupidez o el tedio. Es una forma de conocimiento, una forma de ver y enfrentar el mundo. Es para mí también un gesto de resistencia y resiliencia. Y una forma de humanismo.
Escribo para nombrar y entregar una verdad interior con que curar las heridas de la vida. Escribo para sondear otros seres y lugares dolientes que hagan más pequeño mi dolor. Escribo desde la idea de viaje. Escribo para celebrar la belleza del mundo, para combatir la mentira y saber lo que verdaderamente importa, el descubrimiento del silencio y la plenitud interior que hay en uno mismo en una misma, o en el interior de cualquier otro ser humano, en el arte, en lo urbano o en la misma naturaleza.
A través de la palabra el/la poeta construye un edificio único, fuera de la lógica del lenguaje, desde donde contemplar el sentimiento, la emoción o la visión de cualquier experiencia propia o ajena. A través de la poesía el/la poeta pretende encontrar un sentido al sinsentido de la existencia. Quizás en el poema no rige tanto la regla de verosimilitud de, por ejemplo, la novela. En el poema hay más libertad, puede incluso resultar increíble y parecer caótico e incomprensible, pero lo que sí que creo, es que todos sus elementos han de ir encaminados a un centro, una cierta unidad, porque es esa unidad vinculada a la armonía del ritmo lo que le otorgará sentido, aunque no signifique nada.
La escritura poética contiene una reminiscencia de ese aspecto mágico-sagrado que tuvieron las primeras manifestaciones del arte en general para el ser primitivo. Ella es capaz de concentrar en sí misma la semilla de lo racional e irracional. Y versa sobre ese conocimiento intuitivo de las cosas que se va acumulando y subyace en el inconsciente del ser humano, como bien demostró Carl Jung. Pero es en el artista o en el poeta en donde se produce lo que Baudelaire llamaba el momento de la gracia. El instante revelador de esa amalgama de realidades, algunas aún desconocidas e incomprensibles por parte del mismo creador, y que dependiendo de la forma como se las transforme o transmute a través de la palabra, surgirá otra realidad poética, distinta e intransferible en cada poeta.
A partir pues de esas primeras manifestaciones poéticas que la memoria ha destilado, en el caso de la poesía, procede un trabajo de fina artesanía con las palabras, intentando racionalizar lo irracional que las imágenes albergan y engarzándolas a la música por la que vienen amparadas.
El/la poeta como la escritora es heredera del bagaje de contenidos y temas histórico universales, de la poesía y de la literatura, y es consciente de que no hay nada nuevo bajo el sol. Por ese motivo es precisamente el ritmo particular e intransferible, el modo en que se constituyen los elementos verbales y su elección, elementos con los que cada poeta logra impregnar su escritura, es lo que lo-la distingue, y lo que proporciona el sentido al contenido del poema.
|
|