Sobre mi poesía


Sobre el libro "Pozo pródigo"

En "Pozo pródigo" existe una naturaleza compleja, externa e interna, construida desde la experiencia del dolor y la dicha, ambos temidos, el primero por su siempre posible inminencia, y la segunda por su siempre efímera consistencia. Es un paisaje de abigarradas sensaciones, lleno de plantas y animales que habitan dentro de ti y pugnan por romper tu piel para acceder al día. En tu memoria está la memoria de cuanto te ha ido constituyendo y conformando; la tuya es una voz responsable de otras muchas voces, de antes y de ahora, que se expande untuosa edificando en estos poemas un universo con su propia mitología y su propia deriva a través de un espacio inmenso en cuyo seno viajamos sin saber ni desde ni hasta dónde... Ulises sin Itaca navegando en busca de qué. La errancia, la guerra, el cine, la música... todo cuanto levanta nuestra figura sobre un tiempo al que queremos hallar un sentido por nosotros mismos, para nosotros mismos, más allá de los hijos que decidirán sobre la validez de nuestro legado. Y ahí la poesía, a la que nos aferramos como a la primera muñeca, la primera pelota que tuvimos, sobre las que volcábamos nuestra capacidad de afecto y de futuro. La casa es el refugio pero también es la ventana, el lugar por el que nos llega el mundo mientras entregamos al mundo nuestro mundo. Hay poemas extensos (Tanto tiempo anduve tan desierta...) compuestos de apenas cinco frases que se van desenvolviendo como un pliego curvo donde estuviera dibujado un planisferio. Hay algo sagrado en esa búsqueda de la piedra inadvertida o desechada a la que dedicas esa minuciosidad de quien sabe que escribir es también intentar conservar el olor del mar en la memoria de quienes nunca lo han visto ni lo verán, esa parte del mundo que en lo efímero instala su eternidad.
En un tiempo de mensajes minimalistas y reiterados, donde se repite hasta la saciedad un mismo esquema trillado y artificioso, la tuya es una poesía orgánica que permanece inalterable precisamente por su perpetua evolución, porque no está quieta, porque avanza en todas las direcciones y continúa enriqueciéndonos a través de esa búsqueda tuya de la razón y del sentido, en medio de la sinrazón y el sinsentido profundos de una sociedad que ha elegido la inmolación de la tierra y el aire que nos dan soporte.

Reflexiones de Federico Gallego Ripoll
del libro "Pozo pródigo" Correspondencia, 23.1.2023

Pozo profundo

Me ha cautivado su ritmo lento y variado (versos largos y menos largos), que me recuerda el paso de las caravanas en el desierto, el paso de un caminante. Un acierto.
Es tu libro un libro clásico, que nos remonta al mundo antiguo, grecolatino, árabe, para traernos al presente con todo el pasado del que la humanidad participa.
La búsqueda que emprende el libro, con el gran auxilio de la palabra, ese talismán capaz de abrir cualquier oscuridad, nos lleva a la casa, casa útero (p. 54), en donde el dolor, toda la historia terrible, se transmuta en conocimiento, en futuro.
La soledad, la espera, el horror y el placer que comporta el conocimiento (p. 26), son compañeros del viaje. El resultado de la vida son cicatrices, "guías de la memoria" (p. 29), con las que escribimos un poema.
La casa es el pozo pródigo en donde los errantes superan el muro. Es labor del caminante "Replantar un jardín de palabras, tenaz, y escribir su fulgor y mudanza, y su decrepitud" (p. 39).
Todo es movimiento, transmutación, fermentación (p. 56). Y, en medio de todo, las palabras "como fósiles guiándome al origen..." (p. 58).
La poeta recoge y trasciende... "los aromas sonoros, los aromas infames, el rostro de luz y su reverso" (p.62).
Te he puesto aquí algunos versos que me han aportado muchas sugerencias y algunas notas que he tomado en la lectura de Pozo profundo. Ha sido un placer leer tu libro. Enhorabuena y un abrazo muy grande

Reflexiones sobre el libro "Pozo pródigo" de Teresa Garbí
Correspondencia, 7.1.2023

(…)
Ese recorrido por la sombra se percibe un lugar interior convulsionado, hecho desapacible negrura. Se suceden las imágenes que hablan de desolación e intemperie, mientras nace de nuevo la necesidad de crear un espacio habitable que conlleve nuevas formas de creer, vivir y amar. Se trata de gestar una actitud distinta frente a las pérdidas y derrotas, de resistir buscando fuerza en el canto, de poner fin a la errancia descubriendo el umbral de una casa abierta. Quien recorre los calmos laberintos del tiempo debe saber el hueco que cobija la luz auroral, aquella que dibuja formas y colores y comparte el calor del mediodía, ese "incipiente sol de primavera".
El título del apartado central, "Amor de trenza, fuerza de carbunclo" lleva un introito de citas de fuerte contenido semántico. Se dan la mano Gaston Bachelard, Francisco Rico, Piedad Bonnett y Federico Gallego Ripoll. Otra vez emerge, renacida y cálida, la casa. El recuerdo se hace elemento de vida. El contexto sugiere una definición matérica, como si se esforzara en recuperar los elementos que contienen las claves de lo temporal. En la acumulada historia de las habitaciones se muestra una claridad en la que resuena el crepitar del mundo, donde reviven criaturas y espacios. Ahí está el cercano recuerdo de la hija y aquel armónico desorden de la infancia que se guarda intacto en el mapa de la memoria, como si la casa no pudiera nunca desprenderse de sus raíces más emotivas. Y está también ese largo itinerario de lecturas en el tiempo, donde se fueron acumulando lecturas de poetas invisibles, junto a esa nómina de poetas que logró vencer al tiempo y convertirse en indicios de lo perdurable desde la secreta esencia del poema.
Queda en Pozo pródigo el misterio de lo vivo y lo inerte, esa arcilla moldeable que las manos del tiempo van dando formas para que su piel cobije lo transitorio. Nace así una voz elegíaca, "una poeta que recoge y trasciende con su sutil vasija", que abre caminos de regreso, que dejan en el presente espacios y vivencias. Son imágenes del tránsito, dispuestas a mostrar en su claridad expresiva, la voz de la memoria; el hueco enmudecido que concede sentido a la existencia. Pasos en la encrucijada del tiempo, donde se sostiene el ahora, paredes encendidas de una casa que es secreta raíz de la memoria.
(…)

Fragmento del artículo "Regresos" de José Luis Morante del libro "Pozo pródigo" publicado
en su blog "Puentes de Papel" el 30.11.2022.



Sobre el libro "Lugares que amar"

(…)
En La hermosa veta (primera parte del libro) se advierte una cierta recapitulación elegíaca de un paisaje que ya no existe, al menos, en la misma dimensión en que fue concebido. Nuestro acusado antropocentrismo nos lleva a considerar lo referente a la pandemia del 2020 como una cicatriz en el centro de nuestra existencia. Tras ella nada es igual a nivel de sociedad, de evolución, de naturaleza humana. Como pretendidos, ignorantes, dueños (no administradores) del planeta, nos sentimos sorprendidos al ser expulsados del paraíso ficticio que nos habían ido construyendo las clases dominantes como inalterable, igual que sucedió a la sociedad estadounidense tras el atentado contra el World Trade Center de Nueva York en 2001. Un paraíso, falso paradigma de felicidad, que nosotros, clases inferiores (hormiguitas madrugadoras), hemos asumido con plena alegría, porque no pensar siempre es más fácil que hacerlo, y en este discurrir por el surco hallamos la comodidad de nuestra doméstica (platoniana) caverna, falsamente imbuidos de la idea de que continuar en el seguimiento de los protocolos estipulados nos garantiza la cercanía de esa felicidad (?) prometida.
Tras la pandemia, yo leo La hermosa veta como evocación de una realidad ya inexistente, ese pasado que sólo puede ser recuperado en la contemplación de las obras que motivan los poemas, pero desde una perspectiva alejada de la pureza de su consideración antes de esta brecha que en nuestro concepto de vida han producido los acontecimientos de los dos últimos años. La obra contemplada es la misma, pero no lo es la mirada con la que venimos a recuperarla. Así estos catorce poemas adquieren para mí la consideración de descripción de un escenario pretérito, la fijación para generaciones venideras (pongamos una pizca de optimismo para pensar en ellas) de algo que para la poeta fue importante en su vida, y constitutivo de su propia personalidad. Somos aquello que hemos amado, y es loable el gesto de intentar transmitir lo mínimamente objetivo de unas obras determinadas (no las obras en sí, es obvio, que están ahí al alcance de cualquiera), sino del aire que existe ante esas obras, o en torno a ellas: la atmósfera que aporta nuestra subjetividad, en este caso, la de la poeta.
El mérito que tienen estos poemas es, junto al de los temas elegidos, su fluidez, la naturalidad con que están tratados. Hay una intención de acta testimonial en la descripción pormenorizada de la emotividad que subyace a los argumentos, las imágenes, las evocaciones, sin pretender alterar su contenido. La poeta se erige en voz de lo esencial, en custodia de unos valores merecedores de ser conservados y transmitidos, como si esta primera parte del libro fuera una escogida arca de Noé, lo que la poeta se llevaría a un continente lejano en cuyo litoral constituir su personal falansterio, un a partir de qué seguir viviendo.
(…)
La sensibilidad de un tiempo frágil decanta la parte final del libro a la evocación de figuras y edades de absoluto valor en el imaginario universal: la madre, la infancia, la feminidad vulnerada, la pérdida precoz, el dolor que no redime, el héroe, el retorno del pájaro... A veces, los poemas, siempre sin título, se datan, como intentando fijar un momento en el que la memoria del lector, cómplice, se sume a la de la poeta y a la del hecho descrito o evocado.
El último poema del libro, conformado por tres estrofas que se inician, cada una, con el infinitivo "agradecer", es un ensalmo, una oración de gratitud a la sorpresa de haber cruzado con fortuna el puente. También hay en él un cierto componente de deseo de que por fin haya cesado ese ruido de fondo de tantos infortunios recientes. La poeta sabe que no está, ni nadie, exenta de la prolongación del desconcierto, ni cuánto durará esta posguerra de nuestro propio espíritu, esta reconstrucción de una normalidad que en realidad nunca había existido. Seguimos siendo frágiles, pero seguimos siendo. Y, como ella, intentamos intuir el camino que esa mínima estela de futuro nos parece indicar.
(…)

Fragmento del artículo de Federico Gallego Ripoll "El Yo y la Nada"
sobre el libro "Lugares que amar" publicado en la revista La Libélula vaga el 16.11.2022.

"Lugares que amar" se aventura en cada verso con esmerada certidumbre. Perdurable en su anhelo, revive en cada paradoja posible, enunciando sin trabas no solo lo imaginario sino también lo tangible. De ahí que, su vinculación con el lector vaya creciendo al (…) de su música y su verdad.
"Azul abismo que se eleva y brota/ hacia su albura", dices, y es también añil la profundidad que invocas en busca de un diálogo sonoro y expansivo, dador al cabo, de un acontecer más lúcido y veraz, de un lugar donde sea "… jubilosa belleza que ampara lo recóndito".

Jorge de Arco, Correspondencia 21.6.2022.

A través de la poesía entendida como viaje interior a través de la memoria, de la belleza y la luz, del arte, de la naturaleza y de lo urbano, Goya Gutiérrez Lanero indaga sobre el significado de la existencia. El dolor de la pérdida y la dicha de lo recobrado, la celebración de la vida, la compasión, son estaciones de este camino contra la nada. La suya es una escritura de la resistencia que busca "ese fondo desde el que la poesía nos llama para que el/la poeta la recoja con el ánfora de las palabras, con su meticulosidad y con la belleza como transformación alquímica". En estos poemas, la naturaleza es la revelación y el sentido mismo del misterio de existir que interpela, con su lenguaje de silencio y esplendor, las certezas humanas puestas en vilo.

Claudia Posadas en la Revista "Pulsares del confinamiento" como prefacio a varios poemas que después formaron parte del libro "Lugares que amar"
In-Verso ediciones, Barcelona 2022. 30 de diciembre de 2020.



Sobre el libro "Y a pesar de la niebla"

Hay libros que se atragantan, que su lectura se ve interrumpida por los constantes atascos del poema en el que se amontonan palabras e imágenes, con la intención, muy común en los primerizos (aunque hay primerizos eternos, que se repiten una y otra vez) de decirlo todo y decirlo con no importa qué cliché.
Hay otros libros, en cambio, en los que es frecuente que el lector se detenga para paladear lentamente unas palabras, un verso, una imagen que, de tan maduros, de tan precisos, con tanta belleza, se resisten a ser deglutidos rápidamente. Así es este libro de de Goya Gutiérrez. La poeta, una mujer con el alma madura, con el alma formada en el sentido que le da Clarice Lispector: "aquellas que saben que el acercamiento, a lo que quiera que sea, se hace de modo gradual y penoso, atravesando incluso lo contrario de aquello a lo que uno se aproxima" y, por lo tanto, sabia, se pasea como una "flâneuse" mirando el mundo, las cosas y a las personas e intentando decirnos su mirada con los ojos limpios, "a pesar de la niebla", intentando mostrar en la forma de las cosas, y, sobre todo, en el rostro, en el gesto del otro, el yo sagrado que camina a tientas buscando la belleza y la redención, pero esa belleza y esa redención, lo sabe ella, se alcanzan de modo gradual y penoso, tal como apunta al principio del libro en su invocación a Rilke: "Lo bello es ese comienzo de lo terrible/que los humanos podemos todavía soportar."

Isabel Mercadé, en la reseña de Y a pesar de la niebla publicada en la revista Alga 78, otoño 2018

Dos de los principales recursos empleados como germen para el despliegue de algunas composiciones de las partes primera y segunda, los imperativos deícticos y las invocaciones, se recuperan en la sección última, "Y a pesar de la niebla.", que se abre con uno de los textos más dilatados del libro y de versos también más extendidos, la composición "Belleza, líbrala de la ira…". El decir lírico más característico ahora serán, sin embargo, y sin prescindirse de la faceta moral, las enunciaciones declarativas que albergan propósitos abstractos al repristinar en la memoria aconteceres anímicos divergentes. En esta parte final y culminante alcanza el libro, a mi ver, su clímax estético más conseguido, a la par que se acentúan la hondura de su entraña metafísica y la vibración en las emociones transmitidas. En algunos textos se percibe de manera especial cómo palpita el sentir lírico al plasmarse el efluvio amoroso, las emociones compartidas en la compañía querida y amada desde la inmanencia, la sintonía con los seres sintientes, manifiesta en "Hoy las fuerzas de la naturaleza…", una cotidianidad guiada por la ética en climas próximos y foráneos, la identificación entre mujer y poesía, con la correspondiente osmosis entre el yo y la escritura, y una muy acusada actitud ante la muerte que se sitúa alejada de cualesquiera trascendentalismos.

José María Balcells, reseña de Y a pesar de la niebla en Puente Atlántico | Primavera 2021.

Desguarnecido, el poema dedicado a Lara, la hija, ofrece las claves más sencillas, aplicables a toda su obra. El miedo era una prudencia innecesaria, porque en el fondo de toda verdad fluye el agua clara, esa "dicha cotidiana de estar vivos".
Culmen del libro, y con él de toda la obra de su autora, es la última sección, a la que da título -recalcando el de la cubierta- la cita de Pizarnik. El puro gozo de la expresión esplende extendido sin límites. Encomendada a la belleza, la poeta celebra la palabra como un rito de plenitud. Fluye la lucidez a que se ha hecho acreedora, ya ganado el lector para cualquier encomienda que presuponga entrar en esta poesía sin reservas. El amor justifica todos los viajes, los pasados y los futuros y, sobre todo, el presente. Hemos vivido para llegar a esto, para "aclarar la mirada" "a pesar de la niebla". Porque nada puede emboscar una realidad profunda que no precisa ser mirada para ser vista, "en el silencio pleno de existir en los nombres".
El camino que ha recorrido Goya Gutiérrez es inmenso desde su primera entrega, y cada nuevo paso es la sorpresa de un nuevo horizonte que se va desplegando a medida que ella avanza. Clara pista la da su insistencia en titular en clave de viaje, de itineario en ocasiones pendular, pero siempre iniciático, en una continua implicación personal de la biografía como experiencia: "Regresar", "Desde la oscuridad", "La mirada y el viaje", "Hacia lo abierto", "Grietas de luz", "Y a pesar de la niebla". Dueña de sus palabras y feliz administradora de ellas, ha accedido a un estadio de inmediatez de la plenitud poética, de goce de vivir desde la certidumbre de conocer lo importante de la vida y saberse capaz de compartirlo. El lector podría decirle a la poeta que a través de este libro ha llegado a "saber tu corazón abierto y conectado", porque lo que comenzó siendo distancia, objetivo despliegue de recursos, ha culminado en una celebración muy por encima de los ratos oscuros: la vida -a pesar de su inherente contrasentido- siempre llega a buen puerto. Se ha alzado la niebla que podía ocultar obstáculos, trampas, emboscadas, laberintos... y lo que ha puesto al descubierto es en realidad un paisaje de esfuerzos, de consecuciones, de trabajos superados, de momentos compartidos, de sosiego al final de la incertidumbre. Es un presente pleno de expresión y de vida. Afianzado en su escritura, "Y a pesar de la niebla" es un logrado punto y seguido que nos aboca con expectación y alegría hacia la entrega siguiente, que llegará -nuevamente creciendo- seguro.

Federico Gallego Ripoll (Notas de lectura sobre Y a pesar de la niebla, de Goya Gutiérrez. In-Verso, Barcelona, 2018), publicado en la revista literaria Calicanto nr. 34.



Sobre el libro "Grietas de Luz"

A menudo hallamos estrofas enigmáticas en Grietas de luz. El misterio forma parte de la riqueza del libro, invita al goce lento, nos induce a la relectura. La escritora afirma que su cuerpo contiene un pozo. También un acueducto y una travesía que conducen hacia otros cuerpos. Pero las numerosas reflexiones íntimas no la aíslan de lo que sucede más allá de su entorno. Una muestra de empatía la encontramos en el poema "Huella indeleble". Se refiere a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Los hechos son tenidos en cuenta con sobriedad. A Gutiérrez le basta con preguntarse por los extraños dioses, y los metales, el cristal, las telas desgarradas forman el horror. La réplica luminosa llega con "Hacia otro orden", donde la poeta alude a su infancia: "a aquel alejamiento de derrotas, / a aquel sentirse sin haber herido".

En El Cultural de El Mundo del 15.1.2016 por Francisco Javier Irazoki

Ese andar por la umbría del hablante verbal analiza lugares interiores, clarifica un espacio habitable que hace del pasado un viaje iniciático, un despliegue de signos cuyo sentido proyecta su fuerza sobre el ahora.

El título del apartado central, "El arco de la palabra y sus flechas" sugiere una dimensión metapoética; pero el contexto versal es reflexivo y se empeña en buscar las claves de lo temporal. A menudo la silueta existencial del ser se recorta con una claridad crepuscular; es un sueño velado en el tacto invernal que escucha el rumor de la ausencia y el desasosiego de la finitud. La muerte está en los versos de poemas como "Y desperté de súbito", "huella indeleble" o "Los ya ausentes", donde los versos se expanden con la solemne voz del epitafio.

Pero también prolonga otros itinerarios que permiten alejarse de la derrota, dando voz a paisajes no contaminados por la erosión diaria, o busca brillos mínimos en la permanencia de secuencias vitales que aportan al flujo temporal una significación de claridad perdurable.

En el blog "Puentes de Papel" sobre Grietas de luz, del 28.10.2015 por José Luis Morante

A partir de la lectura de las primeras páginas, puedo decir que Goya, retrata muy bien al ser humano, que en Grietas de luz simboliza un bosque. En los versos, la umbría lo cubre todo, se siente el frío, se aprecia una amplia gama de verdes que insertan sus raíces en la profundidad de las ciénagas humanas siempre oscuras. Casi es posible percibir la atmósfera prerrafaelita que tan bien fue recreada por John Everett Millais. El lector atento percibirá el leve movimiento en el agua producido por una intuida Ofelia (1852).(...)

Pero todavía hay que bajar a la ciénaga, a lo más profundo donde habitan los recuerdos de la niñez con todos sus desvelos que acabarán transformándose en un nuevo paraje que podríamos situar en la sabana africana. Allí, reina la Ceiba pentandra, árbol sagrado, cerca está la selva también llamada por la voz poética bosque del árbol de la vida, allí se gestan las pasiones en forma de un laberinto que, aparentemente, no tiene salida. Pero el fin está próximo y ese fin no es la muerte, sino la esperanza que albergan las manos tendidas que inician un diálogo esgrimiendo las razones de una reconciliación futura de la que serán testigo la luz de las estrellas, tal como se preconiza en la tercera y última parte del poemario, "La tregua y la vida".

En la Revista electrónica Almiar-Margen Cero sobre Grietas de luz del 29.5.2015 por Estel Julià

Los textos de Grietas de luz desarrollan una concepción de la poesía como consuelo y como refugio, como conocimiento pero sobre todo como salvación del náufrago en tierra firme. Poesía que explora la memoria y sana las heridas y levanta un antorcha de esperanza para iluminar en lo oscuro y se proyecta en el paisaje con palabras que levantan el vuelo y abren grietas de luz en la sombra.

En la Revista electr. Encuentros de lecturas del 3.11.2015 por Santos Domínguez

La poesía de Goya Gutiérrez se caracteriza por un grado notable de hermetismo que traslada esos sentimientos de desesperado encuentro con ella misma a diversos entresijos de lo umbrío y lo nocturno. Árboles, huellas, pasos, ríos, por ejemplo, constituyen esa arquitectura secreta en un poemario cuyos motivos reflejan una notable influencia de poetas como Celan y Trakl, y de toda una visión impresionista del mundo que nos rodea. (...)

Sin duda, Grietas de luz es un poemario que califico de minimalista, pues su continuidad de espacio en descomposición y volatilidad, así como los seres que lo habitan, nos adentran en las tinieblas de la muerte como única forma de conocer nuestra caducidad y nuestra esencia.

En el Diario electr. Mundiario del 8.11.2015 por Manuel García Pérez

En efecto, este sería un libro "nemoroso" en gran parte, pero la vuelta de tuerca que le da la poeta al bosque de la vida y de la muerte, aunque sea otoñal, para poder explicar una vez más el maquinar de las Parcas, lo salva de caer en un calco de la tradición, aunque es evidente que la sigue, como es lógico. Sabido es que formamos parte de esa tradición. (...)

En la tercera y última parte "La tregua y la vida", dedicada a su hija Lara, Goya Gutiérrez trasciende con gran limpieza el amor materno; si Maria-Mercè Marçal lo logró sobradamente en su día y en catalán; creo que Goya Gutiérrez puede dar fe de haberlo conseguido también con maestría y belleza, con potencia traslúcida, en lengua castellana. Es así como Grietas de luz se transmuta en su totalidad en un canto a la vida a pesar de que la muerte aceche.

En las presentaciónes de Neus Aguado en Barcelona y Terrassa Otoño 2015 / Otoño 2016

Y es que en estas Grietas de luz se sirve del lenguaje poético, más allá de la metáfora o de las bellísimas imágenes que va creando en el libro, nada más y nada menos que para transitar por lo desconocido. Pero, alguien preguntará ¿cómo se puede transitar por lo desconocido? O mejor aún ¿por qué o para qué transitar por lo desconocido? Pues, en primer lugar, precisamente porque el acto supremo de la creación ha de estar basado en proponer algo nuevo (y, por tanto, desconocido hasta la fecha), todo lo demás serían obviedades y evidencias, o ¿no es obvio lo que ya conocemos? Y, en segundo lugar, porque lo evidente y la poesía casan mal. En cambio, la poesía puede hablarnos de lo no evidente o de lo inefable, por contradictorio que suene describir con palabras lo inefable, como la que Goya nos presenta en su último libro.

Pues bien, en ese transitar por lugares en los que nunca hemos estado, Goya emplea una de las metáforas más antiguas (o el rito más antiguo) que ha usado la humanidad para acercarse a lo sagrado: adopta la forma o el ser de los animales, así por el libro transitan pájaros, topos, grillos, luciérnagas, mariposas y, ¿cómo no?, la dulcísima y frágil cierva que anhela el agua.

En la presentación de Grietas de luz en Castelldefels el 30.4.2015 por Agustín Calvo Galán

No es una poesía de escritura fácil, sino de una cuidadosa elección de los tonos y las palabras, a las que sitúa en contextos nunca inermes o neutros. No hay automatismo ni dejación de la vigilia. La poesía aflora desnuda a través de esas grietas de luz que desgarran una naturaleza lúcida y vulnerable. Desde sus publicaciones iniciales, consolidando con prudencia cada nueva entrega sobre las anteriores, Goya Gutiérrez ha establecido con firmeza un decidido propósito de apertura y avance hacia la dificultosa claridad de lo compartido, que se muestra mediante una factura eficaz de líneas quebradas que nunca distraen de la contundencia del lenguaje, bien lejos del falso cliché de lo femenino (que no es sino una ya caduca etiqueta discriminadora).

Así, desde la perspectiva de una cada vez más afianzada trayectoria, se pueden establecer los títulos de sus entregas como hitos en ese complejo itinerario suyo hacia lo claro, lo sonoro y lo desnudo de lo verdadero. Valgan de ejemplo los títulos de sus tres últimos libros: Ánforas, como metáfora del ámbito donde se contiene la sonoridad orgánica de todo líquido máximo; Hacia lo abierto, que es un definitivo gesto de despojamiento de sus aprendizajes evolutivos de crisálida; y este Grietas de luz por donde asciende, en el uso de una expresividad que no duda, al ejercicio desprejuiciado de una poesía veraz y en creciente expansión, consolidada.

Pero, no obstante su objetivo progreso, se advierte un salto cualitativo en la poesía de este reciente libro que nos hace acercarnos a ella como si procediera de una poeta diferente, dueña de una voz que no fuera sólo consecuencia y maduración de los libros anteriores, sino que más que por evolución se hubiera transformado por metamorfosis, tal es el rigor y la corporeidad de Grietas de luz, la consistencia y solidez de esta propuesta, en la que no hay más grieta que la del título porque todo en el libro es sustancia, y desde donde parece que la muy meritoria y consecuente obra anterior no hubiera sido sino una fructífera preparación para esta eclosión que la sitúa de repente como una poeta segura de sí misma, independiente y alejada de referencias que se hubieran podido utilizar en otro caso, contexto o persona, como soporte o coartada.

En el artículo "Una llave y un umbral" (Grietas de luz consolidada)
publicado en la revista electrónica Barcelonareview nr. 88 , por Federico Gallego Ripoll


Ana Recio Mir

En De mares y espumas la autora ve el mundo como un espacio de desolación en el que la naturaleza y la palabra poética le ofrecen la esperanza de un destello liberador que alivie la existencia de su pesada carga. El mar y la soledad son elementos presentes en este poemario, así como el afán de alejarse del bullicio y serenarse en la calma de la naturaleza, en una especie de beatus ille horaciano en el que la autora se recrea «Ha cesado de pronto/ el ruido atronador /de los tambores, /y una isla de calma /como algodón de sábanas /parece envolver/su cuerpo desvalido». El mar es imagen de lo insondable, de la experiencia vital que conduce al fin, a la muerte. El dolor y el amor son elementos que hacen fecunda la vida, porque suponen una forma de aprendizaje. El sujeto de la enunciación lírica parece ser capaz de dejar a un lado el dolor y el odio y cifrar un nuevo espacio, una casa de paredes transparentes. La fusión de los amantes se vincula al afán de eternizar el instante, de prolongar el tiempo de la dicha, la plenitud del deseo, aún cuando aquel es caprichoso y a veces hace que el destino sea adverso:

«Que no se acabe/ ese roce vampirizante/ de los cuerpos/(…)El ansia de dilatar el tiempo/ Aquel que caprichoso un día/ desencadena la llama, /Y otro cualquiera la aprisiona/la ahoga con su mano/ sin piedad.»

Frente a la lluvia, símbolo del discurrir monótono del tiempo, la palabra se ofrece como vehículo con el que compensar las carencias de la vida, una roca a la que aferrarse ante la adversidad, un oasis de permanencia infinita. Pero la lluvia está ligada también al paso de la existencia, al renacer del mundo, a la esperanza de que pueda colmarse su plenitud:

«Llueve, y una vez más/el mundo vuelve a surgir:/ Aplaca los temores/ de la tierra/ que ha de albergar/ las próximas semillas./Silencia el aullido/ entre paredes/ de algún ansia inconfesable./Renueva la esperanza/ de que algo insospechado/ pueda saciar la sed/ de luz»

En Ánforas (2009) se celebra la creación poética. Las palabras son elementos capaces de apresar la fugacidad del tiempo y el ánfora el símbolo que las almacena en su lírico discurrir. Los vocablos son depositarios de los sueños y la memoria, de la armonía del mundo, que podrán ser acogidos o degustados por otros como semillas que revierten en nueva tierra y así dar fruto:

«Palabras vertidas en el mar de todos para ser tomadas: Fragmentos de memoria
de lenguaje de sueños de música de pasos
¿Quién algún día las acogerá cribándolas?
¿Quién de qué modo las amasará enhebrándolas?
¿Quién sabrá degustarlas quizá alimentarse
desvelar su semilla volver a cultivarla?
» (pág 35)

La palabra poética es elemento en el que cristaliza la permanencia y la transformación interior, portadora de la imaginación con la que la autora afronta el mundo. Y en su universo lírico el ánfora es también depositaria del saber y del amor, en su afán por llegar ligera de equipaje al horizonte que constituyen los ojos de la persona amada:

«Y qué daría yo por llegar a esos ojos
bien ligera despojada de excesos y de metas
Y no dolerte seguir urdiendo hebras de vidrio
para tu ánfora cubierta de orificios
Que aún no es capaz de contener el agua
ni convertir en notas la furia de algún viento
» (47)

Hacia lo abierto, el poemario, que hoy presentamos es un delicioso néctar que conviene paladear poco a poco si se quiere gozar en plenitud. Además de la calidad de sus versos, conviene destacar la belleza de los poemas visuales y las fotografías que lo ilustran, de Eduardo Barbero y Enric Velo, respectivamente.

En la Presentación del libro "Hacia lo abierto" en el Ateneo de Sevilla, el 26 de Enero del 2012.





Fotos: E. Velo

Neus Aguado

"Al estar Hacia lo abierto estructurado según los cuatro elementos de la tradición clásica griega y de muchas otras, que incluye también al budismo temprano, se corre el riesgo o la tentación de quedarnos en una primera lectura que no traspase la rica simbólica que desde milenios acompaña a la permanente transformación de la tierra, el agua, el fuego y el aire. Bachelard, que es el filósofo al que la autora pide prestado el lema para la segunda parte "Agua o sueño", afirmaba que en este sueño de la materia y las formas "[…] La fisiología de la imaginación, más aún que su anatomía, obedece a la ley de los cuatro elementos […]", el autor que -siguiendo los arquetipos de Jung- ha clasificado a los escritores como autores de tierra, de agua, de fuego y de aire, en una vuelta de tuerca dice que los cuatro elementos son "hormonas de la imaginación". Dado que Goya Gutiérrez utiliza los cuatro elementos como partes divisorias de su último libro publicado, se puede afirmar que estamos ante una poeta ecléctica. (…) Goya Gutiérrez no se pierde en recovecos clásicos ni en religiones más o menos cercanas, más o menos lejanas, aunque usa lo sabido como excusa para explayarse ampliamente en su propio decir, en su propio descubrimiento de la vida y de la muerte, en la propia aceptación de esta vida y de esta muerte. No es la primera vez que Goya nos invita a un viaje iniciático, o sea, de transformación y lo hace sin que tiemble su decir, porque en definitiva es un viaje hacia la muerte, hacia la mutación: Alfa y omega de un fluir continuo.(…)"

"Desde los elementos hacia el viaje interior"
En la Presentación en la ACEC, de "Hacia lo abierto", (4 de Octubre del 2011)


Foto: Carme Esteve

Eduard Sanahuja Yll

"(...) Hacia lo abierto no és un llibre fàcil, no hi ha lloc per a les conyes, per fer l'ullet al lector amb una broma o una pirueta verbal destinada a arrencar el somriure propi dels acudits. És un llibre transcendent, un llibre sapiencial que explora en la incertesa i en la revelació, amb un itinerari, una estructura circular que es tanca i que s'obre alhora, un mandala, deixeu-m'ho dir així, on l'epicentre no només és la concepció de l'existència humana i de l'esdevenir de la vida, sinó també el poema, la poesia, com a correlat de la vida. Veig en Hacia lo abierto una cosmogonia personal, l'explicació d'un univers que, com que s'expressa mitjançant el poema, esdevé necessàriament metapoètic. Ara que a l'illa de El Hierro tots els vulcanòlegs estan alerta, que es fan previsions sobre els metres cúbics que l'illa creixerà en el cas d'una erupció, em sembla especialment feliç aquesta concepció de la poesia com a força orogènica que destrueix i crea, que mor i que reneix per expandir-se: una Au Fènix magmàtica on amb el temps germinaran els líquens, de manera que a poc a poc acollirà la vida, multiforme, multicolor, esponerosa quan l'aigua la fecunda. Hi ha un joc entre la vida i la mort, entre el final i el renaixement, entre el silenci i la veu, la paraula, un espiral que s'obre en una mena de celebració panteista, el viatge de la vida i el de la creació del poema. Una reconstrucció del jo -i per tant del món-, una estratègia per ser una altra. En suma, una versió de l'etern retorn i la transfiguració. (...) "

Article comentari: "Damunt la lava germinaran els líquens: Notes sobre HACIA LO ABIERTO, de Goya Gutiérrez"

"(…) Hacia lo abierto no es un libro fácil, no hay lugar para la guasa, para guiñar el ojo al lector con una broma o una pirueta verbal destinada a arrancar una sonrisa chistosa. Es un libro trascendente, un libro sapiencial que explora en la incerteza y en la revelación, con un itinerario, una estructura circular que se cierra y se abre al mismo tiempo, un mandala, permitidme decirlo así, en donde el epicentro no solo es la concepción de la existencia humana y el acontecer de la vida, sino también el poema, la poesía como un correlato de la vida. Veo en Hacia lo abierto una cosmogonía personal, la explicación de un universo que, como se expresa a través del poema, viene a ser necesariamente metapoético. Ahora que en la isla de El Hierro todos los vulcanólogos están alerta, que se hacen previsiones sobre los metros cúbicos que la isla crecerá en el caso de una erupción, me parece especialmente feliz esta concepción de la poesía como fuerza orogénica que destruye y crea, que muere y que renace para expandirse: un ave Fénix magmática en donde con el tiempo germinarán los líquenes, de manera que poco a poco acogerá la vida, multiforme, multicolor, exuberante cuando el agua la fecunda. Hay un lugar entre la vida y la muerte, entre el final y el renacimiento, entre el silencio y la voz, la palabra, una espiral que se abre en una suerte de celebración panteísta, el viaje de la vida y el de la creación del poema. Una reconstrucción del yo -y por tanto del mundo-, una estrategia para ser otra. En suma, una versión del eterno retorno y la transfiguración. (…)"

Artículo comentario: "Sobre la lava germinarán los líquenes: Notas sobre HACIA LO ABIERTO, de Goya Gutiérrez "


Foto: Carme Esteve

Jorge Stoysich

" (…) Goya Gutiérrez en sus versos no intenta imponerse a la muerte, trata de verla en la imagen de un ser querido, que es la que más inquietud nos causa cuando ocurre. Gira hacia dentro, se vuelca en silencios; trata de entrar con imágenes y palabras a ese mundo extraño, apasionante y difícil que es atravesar la frontera: "todos/tendremos que aceptar su invitación". Pero vuelve diciendo: "Y sin embargo/Cómo no alegrarse por ser y estar aquí/Cómo no desear y estar agradecida".

Asume también su actitud de compromiso: "Pues larga es la injusticia/como ancha es la opulencia". Y edificando versos los asume en los primeros de la página 48: "Construir hacia dentro un vacío/ que albergue lo frágil/ Crear la oscuridad de algún abismo/ en el blanco papel protector y habitable/ para engendrar".

Viaja Goya Gutiérrez en su alondra sin dejar de ver las raíces, el limo, los sedimentos…

Su poesía profunda e interesante obligará al lector a detenerse muchas veces para descubrir en pequeñas frases y palabras su gran mundo creativo.

Gracias Goya por el trabajo tan tuyo que has hecho."

En la presentación del libro "Hacia lo abierto"
en la nueva Biblioteca Ramón Fernández Jurado, de Castelldefels, el 11.4.011

P4118434

Federico Gallego Ripoll

" (…) La geografía del libro señala los cuatro límites del atlas de su autora. Escribe con sus límites, avanza desde sus límites hacia lo abierto de su adentro. Se crece desde la raíz. Las alas de Goya Gutiérrez son alas poderosas, no de insecto ni de ave, son alas de decisión de avance, de propósito de altura. Vuela desde el deseo, concretando los versos en lamas de piedra, en hojas de agua, en fuego regenerador y cíclico. Poesía en ascenso que arrastra al lector hasta sus sucesivas alturas. (…)

Trascender desde el interrogante, mirar a la muerte a los ojos, salir cada día a buscar la palabra entre la hierba, crecer como poeta desde la convicción de su irremediabilidad. Tú, yo, poeta; tú, yo, silencio, palabra, juego de contrarios, espejo que mira la realidad configurándola, dándole razón y respuesta. (…)

Crece Goya Gutiérrez desde sus propias claves. Ajena a cualquier moda. Cierta en lo inevitable de sí misma como poeta. Abierta como una granada hermética, perfecta en cada grano, en cada faceta de cada grano, en cada reflejo de cada faceta.

Los dioses impuestos, el finito eslabón, horno inmenso, mundo candente, maquillaje hueco, cuerpo desnudo, misterio infinito, estrella extinguida, ropas carnosas, ardidos recuerdos, negro cetáceo, viejo alféizar, sabor intenso, estruendoso crepitar, refulgente nieve, lengua avispada... se adjetiva sólo lo imprescindible, y se hace para concretar los perfiles de lo dicho, nunca para difuminar, para suavizar... Poesía escrita a mediodía, a la plena luz de la razón y el convencimiento. Un grito desgarrado: la vida. Ser poeta es estar aquí para contarlo. Y contarlo. Como hace Goya Gutiérrez. Sin artificios. Mirando de frente, con voz serena. A mediodía. (…)"

en "Poesía escrita al mediodía"
(Una reflexión de lector cómplice sobre Hacia lo abierto, de Goya Gutiérrez) Octubre del 2011.


Antonio Tello

(…) Queda claro que el misticismo de Goya Gutiérrez es laico, de un agnosticismo que revaloriza los cuatro elementos que le sirven para estructurar el poema en sendos apartados correspondientes. Apartados que determinan la paradoja que constituye la existencia del ser humano y del mundo, el finito eslabón / sin principio ni fin del Universo, pues es "el rostro [el ser humano] el que se impone al color de la muerte". Es así como Goya Gutiérrez, lanzada ya hacia lo abierto dibuja un mapa existencial rico en matices, entre los cuales los días se alimentan de la materia carnal y sentimental, de los miedos y de las ambiciones. También de ese gozo único, perdurable en su fugacidad, que nace del cuerpo y ocupa el espíritu. (…)

en el artículo comentario sobre el libro Hacia lo abierto.
Blog Mis Lecturas, 4 de Junio de 2011.

 

Teresa Costa-Gramunt

(...) Perquè, finalment i batejada pel foc de l'esperit, el viatge vital i poètic de Goya Gutiérrez continua desde dentro hacia fuera./ Desde fuera hacia dentro, mantra que es repeteix en diversos poemes. "Dins" és el lloc, el centre, el sancta santorum en el qual la mirada interior capta les ombres i la imatge d'allò que és encara sense imatge: els mons naixents i el propi món en plena transfiguració. Les mans i els peus continuen sent mans i peus però ja transfigurats per la llum d'un enteniment que troba les seves arrels en el cel, com un arbre que creix a l'inrevès, i així s'acompleix la dita hermètica: Allò que és a dalt és abaix, i allò que és abaix és a dalt, tancant un cercle que mai no es tanca perquè la vida és oberta: Enséñame Vida a adentrarme/ en la grieta profunda de tus constelaciones/ cuando llegue la hora de partir. I és que la Vida és a una i altra banda de l'existència, a dalt i a baix, i nosaltres som en els intersticis del temps, ve a dir-nos Goya Gutiérrez en un llibre que és l'exaltació vers allò obert: el misteri de la vida i l'espai de la llibertat que, sempre obert, ens aguarda.

(…) Porque, finalmente nombrado por el fuego del espíritu, el viaje vital y poético de Goya Gutiérrez continúa desde dentro hacia fuera/ Desde fuera hacia dentro, mantra que se repite en diversos poemas. "Dentro" es el lugar, el centro, el sancta sanctorum en el que la mirada interior capta las sombras y la imagen de lo que está desprovisto aún de imagen: los mundos nacientes y el propio mundo en plena transfiguración. Las manos y los pies continúan siendo manos y pies pero ya transfigurados por la luz de un entendimiento que encuentra sus raíces en el cielo, como un árbol que crece al revés, y así se cumple la frase hermética: Lo que está arriba está abajo, y lo que está abajo está arriba, completando un círculo que nunca se cierra porque la vida es abierta: Enséñame Vida a adentrarme/ en la grieta profunda de tus constelaciones/ cuando llegue la hora de partir. Y es que la Vida está en uno y otro lado de la existencia, arriba y abajo, y nosotros estamos en las grietas del tiempo, viene a decirnos Goya Gutiérrez en un libro que es exaltación hacia lo abierto: el misterio de la vida, y el espacio de la libertad que, siempre abierto, nos aguarda.

en el artículo comentario sobre el libro Hacia lo abierto: "Vers l'obert".
L'Eco de Sitges, Sitges (Barcelona), 29 de Abril del 2011.

 

Marga Clark

"(…) Estas ánforas -que hoy aquí presentamos- vienen de lejos. Nos llevan a otros tiempos, otras historias, otras memorias. Según comenta Juan Eduardo Cirlot en su Diccionario de símbolos: "Lo antiguo es lo auténtico, lo no falsificado, lo verdadero. Lo antiguo es lo que no miente, luego es la misma verdad. Lo antiguo también es lo originario, lo primitivo en la existencia del ser humano, es decir lo que se relaciona con su infancia". Y aquí llegamos a "la palabra", la palabra en sus orígenes. Y es que este poemario yo diría que trata sobre la palabra. Palabras que van de la letra a la forma, de la escritura de las ideas invisibles a la forma visible de las cosas. La poeta construye, y cito uno de sus versos: palabras en la lengua del ánfora/Metáfora e imagen en su vientre como hebras/de seda de metal de vidrio opalescente. Los poetas intentan, creo, buscar caminos nuevos para la palabra, pretenden investigar el límite de las palabras, inventar una verdad poética a través de las palabras. José Ángel Valente decía a este respecto: "Los poetas llevan la palabra hasta el límite, allí donde conserva la fascinación por el enigma". Por eso la poesía, para muchos poetas, es búsqueda porque se convierte en una especie de ánima o esencia que es capaz de traspasar los límites de la conciencia para adentrarnos en el umbral de lo invisible, de los misterios, de todo lo desconocido que debe ser revelado. Y Goya es hábil y persistente en esta búsqueda de la palabra a través de la palabra (…)"

En la presentación del libro "Ánforas"
en la Librería Blanquerna de Madrid, el 10.11.2009


Santiago López Navia

Que Goya Gutiérrez prologue su poemario con una cita en la que Antonio Gamoneda nos recuerda que "la belleza nos sirve de tormento" es algo especialmente pertinente para tomar el pulso a un ejercicio de creación presidido por la conciencia de los límites y la trascendencia de la palabra poética. No es nuevo afirmar, y Goya nos lo recuerda constantemente en Ánforas, que escribir, crear, es una respuesta a un estímulo múltiple, diverso y permanente que acaba adquiriendo el valor de un reto al que el poeta se enfrenta desde muy diferentes sentimientos e impresiones entre los cuales se alza con especial fuerza la incertidumbre, traducida en el vértigo de no llegar a dar cuenta de la desintegración en el aire de las briznas de las pavesas del lenguaje, parafraseando la tercera sección del primero de los poemas del libro (p. 12), (…)
       Por eso, volviendo a Gamoneda, la belleza nos causa dolor: porque en esa permanente singladura -imagen recurrente en Ánforas - que es la vida, no nos es siempre seguro el puerto de las palabras que convertimos en respuesta a lo que intentamos aprehender, ni el fondo del ánfora siempre atesora las palabras adecuadas para asegurar lo que se nos escapa y porque el poeta, y bien lo sabe Goya, vive y quizá también muere escribiendo lo que huye.

En la presentación del libro "Ánforas"
en la Librería Blanquerna de Madrid, el 10.11.2009


Neus Aguado

(…) Ánforas, libro de Goya Gutiérrez rescatado desde las profundidades del mar del inconsciente para transparentar una especie de arte poética, una suerte de memoria de la pérdida, que es en definitiva lo que resulta ser la memoria, el inventario de las pérdidas, aunque para consolarnos podríamos añadir que también es el inventario de las ganancias.(…)

Goya Gutiérrez es dada a los homenajes, a recordar la genealogía de la que hemos bebido, especialmente, las escritoras, así quedó demostrado en su libro El cantar de las amantes, editado en el 2006, y ahora lo hace en el poema "Escribiendo lo que huye", que lleva un lema de Margarite Duras : 'Tengo un rostro lacerado por arrugas secas' y que es un poema dedicado a la atmósfera narrativa de la autora de expresión francesa que también escribía acerca de lo que huye, como intentamos hacer a través de los siglos quienes disponemos palabra tras palabra en cualquier soporte que usemos.

Ese gusto por la tradición clásica lo percibimos, especialmente, en la segunda y última parte intitulada "En el regreso" y que está compuesta a la manera de un extenso poema, casi épico, que consta de dieciocho divisiones numeradas a la manera clásica y cuyas dos últimas partes son el compendio de este periplo que es Ánforas a través de las aguas primordiales de la memoria de la pérdida. El último verso del poema II dice explícitamente y modélicamente: 'Lecho donde albergar el líquido lenguaje'. (…)

en el artículo comentario sobre el libro Ánforas: "Aguas primordiales de la memoria de la pérdida".
Alga - Revista de Literatura, nº62, Castelldefels (Barcelona), Otoño de 2009.


Concha García

(…) La autora busca algo más que la imprecisa exactitud de lo cotidiano: "No es fácil que no te tiemble el pulso/ ante el recuerdo de tantos amasijos de hierro/ enmudecidos o de quien rehaciéndolos/ quiso darles su voz sobre los campos/ de pétalos cruzados en tallos de agonía". Algunas experiencias poéticas se generan tan sólo en el lenguaje donde las palabras no sean etiquetas que les ponemos a las cosas, sino que surjan de la percepción significativa y mundanal de las cosas. Así el poema es la experiencia más honda del lenguaje: "Se hará búcaro/ silabeo en tus labios/ Palabras en la lengua del ánfora/ Metáfora e imagen en su vientre como hebras/ de seda de metal de vidrio opalescente". Y nos preguntamos dónde está ese lenguaje al que no se puede llegar y del que somos meros balbuceantes: "no hay palacio cabaña o rascacielos/ donde albergar la huida/ regresamos o huimos hacia dentro"

en el artículo comentario sobre el libro Ánforas: "Palabras en la lengua del Ánfora".
Alga - Revista de Literatura, nº62, Castelldefels (Barcelona), Otoño de 2009.


José Luis Morante

(…) Los poemas de Goya Gutiérrez tienden a la fragmentación, los versos se despliegan como hebras en las que se van entrelazando variantes significativas que tienen en ocasiones una disposición visual. Los espacios en blanco ralentizan el discurso y pautan el ritmo de cadencia versal. Lo mismo sucede con la puntuación: el punto desaparece como pauta conclusiva y en cambio la mayúscula sugiere un nuevo arranque. Con esa materia verbal Ánforas se define como una propuesta irracionalista que confía en el lenguaje y en su sensibilidad para convocar al otro. (…)

en el artículo comentario sobre el libro Ánforas: "Habitar la huida".
Revista Este de Madrid, nº205, Madrid, Enero de 2010.
Cuadernos del Matemático, nº44, Getafe (Madrid), Mayo de 2010.

Jesús Ferrer Solà

"(…) Es esta una poética de la verdad en su sentido machadiano, cerca de la conciencia tangible y no lejos de la expresión temporal de la individualidad literaria: aquella "palabra en el tiempo". En muchos sentidos esta poesía pone de manifiesto una cierta dialéctica de la inocencia perdida, del nacimiento a una realidad más dura y palpable, crónica de una iniciación vital donde el dolor y la esperanza coexisten ejemplarmente."

en la Antología: "Poesía del espacio interior".
Alga - Revista de Literatura, nº64, Castelldefels (Barcelona), Otoño de 2010.

 

Ignacio Escuín Borao

"Navega por los senderos de la poesía rodeada por la elegía y la épica. Conoce la importancia del ritmo en la composición poética, manejando este a su antojo para dotar a sus poemas de la musicalidad y los registros que ella desea."

en la Antología: "YIN poetas aragonesas (1960-2010)".
Editorial Olifante, Zaragoza (2010).

 

Carlos Morales

Carlos Morales incluye a Goya Gutiérrez entre los/as poetas "partidarios de la resistencia". Éstos acuden como fuentes de emoción poéticas y como referencias vitales en general al subconsciente, al arte, (…) o al lenguaje mismo. Rebeldes a los imperativos de la comunicabilidad, el cultivo de las cualidades fónicas y plásticas de las palabras, el empleo de prácticas des-realizadoras del lenguaje, el mundo de los símbolos, y las imágenes derivadas del instinto surreal controlado, ofrecen posibilidades ilimitadas a la expresión literaria de la emoción humana, situándonos en esa zona del espíritu que no es del tiempo del hoy, ni del ayer, ni del mañana."

en la Antología: "25 años de poesía en Catalunya (1980-2005)".
Cuadernos del Ateneo, nº 20, pág. 11, La Laguna (Tenerife) (2005).