Revista Azharanía 23

Nevado del Ruiz (13.11.1985)

Su rostro es un reguero de tiempo coagulado.

En él quedó la furia, ese fuego volcánico que desatado

se desborda, vómito que amedrenta su propio paraíso,

desposee, arroja a la muerte, a la miseria de los pecios

una vida amasándose lentamente,

una barca forjada y embreada contra los agujeros de la nada.

Belleza leviatana.


Y, sin embargo, ella, resucitada del hueco de la escoria

bajo un techo de tela

se ha comprado un chifonier de madera dorada

en donde guarda coloridos vestidos pintando

el abandono, cuidando del potro que ha nacido

y del marido enfermo, enseñando orgullosa

un bello gallo enhiesto

que le regaló Castro por su mucha entereza,

un barbudo bermejo

que, al raso, ha fundado un harén de plumas y de huevos

de donde han de nacer los hijos que no tuvo

ella, con su rostro encendido de carencia y de surcos,

le planta cara al viento

que la curte y le anuncia los años que aún le quedan.