142 Revista Cultural, número 23. Octubre-Noviembre-Diciembre 2024.

La arena se ha hecho nudo, ira se ha vuelto el viento

que ha poblado los ojos de ardientes torbellinos

que ahogan en su caos los trayectos del alba,

que apagan la cálida certeza de las llamas,

cuerpo de mansedumbre plegado en su aridez.

Se hunden las bóvedas que amparaban la desnudez de siglos,

hallando las veredas hacia ese manantial interno

del desierto en la rosa, en el almíbar de las datileras

expandiendo su verdecida sombra.

Se ha quebrado el nutriente, las blancas uvas de la lluvia

sagrada.

Queda la sarmentosa piel inscrita en precarias

paredes de abandono.

El joven vagabundear por la yerma calvicie de un espacio

y un tiempo sin mata que trenzar.

Alí es casi adolescente, con la mirada seca y secas las entrañas.

Cuando en la noche bajo un techo de arcilla sueña

con abundancia, el agua borbotea, se viste con sus olas,

las penetra, es un útero

el mar que ya lo acuna, el vientre inmenso en que viajó Jonás.

Olvida las manos partidas en cien bocas de la madre,

se despoja del antiguo canto con que hierve su sangre,

del augurio escondido en las tablillas o en los huesos,

del amplio añil enjugando la espera

de la aspereza de los horizontes.

Y se adentra en la vorágine de la noche de los mercaderes

de corazón roído

con las sandalias de un puro despertar

en busca de la estela en el aire, en la espuma

o quizás de la estela en ese pozo anónimo de arena

tan cerca del anhelado aliento, del rumor de las risas

de cuerpos bronceados, de ese perfil

del mundo diseñado en sus sueños.

Del libro "Pozo pródigo", Olifante, 2022

Centros

IX

Qué suerte                                  la del humano

                      poder sobrevolar
aquello     que nos repele     o que nos hiere

aunque no logremos hacer del plomo un metal noble

Qué suerte     poder sentir          adentro

             hallarnos un largo pasadizo subterráneo

que desemboca al fondo                      en una cueva

             a salvo            de posibles peligros

Ser las estalactitas que vierten como pechos las gotas

de belleza     sobre reciénnacidas      creciendo

             y haciéndose columnas     fuerza

Poder crear desde los recovecos cristalinos 

             de la inspiración                sutiles enlaces de

palabras o delicadas estatuas de agua y tiempo 

endurecidos                y manantiales de sensibilidad

para poder amar y ver     y contemplar desde

nuestro Interior Feraz del que habló Schopenhauer

toda la exuberancia de las pieles                   las aves

             de la mínima hierba que brota

del amor que te estrecha frente al azul en nácar 

             estampado:

la obra de arte                         de un mar y cielo

             y el dios de la belleza           enrojecido

que al descender          cada día              nos resucita

             y nos eleva 

(inédito)