Poemas del libro "Ánforas" (Devenir, Madrid 2009) publicados en Encuentros en Catay
EN EL REGRESO
I
En un libro leí que amanecía
a las ocho en una vieja torre de Dublín
Desde algún lugar alguien
siempre estará absorbiendo para unir
esa fragmentación
de la belleza que hay en:
Los pasos decididos al encaminarse
hacia un dudoso deambular
Los perfiles de arena en la sombra fundidos
con la sabia dulzura
¡Oh aquellos ojos de mansedumbre errante!
Al animal desértico suben las dunas
y la traición de la marea
al vencido cazador:
Bloques de helor aprisionando
hacia lo hondo un cuerpo
Desasosiego traduce el jadeo
la lengua del perro cuyo hermano
se lo ha tragado el mar
Golpe insensible puntapié
en su lomo embruteciendo al amo
II
El sol volverá a consumir su odisea
Un día más un viaje un libro ilimitado
Y ese imparable goteo en la clepsidra
donde se agolpa el agua queriendo huir y unirse
a la arena al barro o a la arcilla
Se hará búcaro silabeo en sus labios
Palabras en la lengua del ánfora
Metáfora e imagen en su vientre como hebras
de seda de metal de vidrio opalescente
Lecho donde albergar el líquido lenguaje
VII
Siete años retenida en la crujía
de los cuerpos varados:
Enfermedades como piedras adheridas
a nuestros pies clavadas en los ojos
Más cerca del discurrir de la vida tierra adentro
Un topo va abriendo galerías en el hueso
Desorden que avanza hacia una gris quietud
Afuera el aire permanece ajeno
Cavidades nasales como balsas naufragio
sobreviviendo en el fragor de la tormenta
Qué hierro devasta en mi interior
Atraviesa el somier de mi cerebro
anulando toda clara visión
En esa negra argolla de su puerto
se ha enredado mi vientre
Instante en que mi búsqueda enfebrece
Pero un día al despertar sabré
Desde el pozo ilimitado del vértigo
hasta el delgado filo de tu pulso
de un sueño enterrado
más certero que cualquier vigilante existir
Entonces conoceré el bálsamo
para evacuar mi mal
Y miraré los ojos sin tiempo
de los peces que nada saben del acero
en sus carnes de redes sobretejidas
de las fauces succionando la azul oscuridad
Ella en cambio llegará tarde
a su espina a su cita programada:
La enfermedad como el hambre
esa otra más lenta devastación
Yo sé cómo me habéis lavado las heridas
Ungiéndolas de aceites olorosos deseos
del bien ajeno en la conciencia de eso
que podría ser nuestra misma batalla
Agasajada como roja granada
me he abierto os he mostrado el resultado
de tanta comprensión y sin embargo:
para mí he de guardar
esa continua regresión a un reto
en el vacío
Aquellos otros males
para los que no hay ojos
Como exiliados en tierra de nadie
Al dolor fantasmal pozo cegado
pero es tan fácil bajo los pies
su grieta
Al borde de este acantilado
tu voz reposa y ve feliz
que alguna vez las brumas traerán:
lluvia con que apagar el incendio de mis labios
Imparables gotas vino y buenos presagios
anuncian reparación punto de tregua
equidistante partida hacia otra incógnita
Tiempos tendidos bajo un sol
como vastas llanuras se avecinan
Largos paseos y bonanza en un mar
que no se sabe transitorio que aún no siente
todo lo inoculado en su azulada vena
VIII
La novedad estimula hace soltar amarras
Crear expectativas alargarse
La línea divisoria: verdegris inasible
Más cerca barrera tupida de abedules
Emboscado palacio de piedra atesorando
indelebles presencias junto a nuestras felices
transitorias horas la historia
como árbol de cerezas se licua
en un pequeño frasco de cristal
Uvas con pies prensadas de mi memoria
a tu mirada afluyen
Trenza el tiempo sus hilos invisibles
Al sentir sus vides saborear su vida frente al mar
despiertan nuestras vendimias confluyendo
El trayecto se estirará mañana al recordar
Hoy la nostalgia casi llora de los ojos
cerrando las ciudades los campos invernados
en viaje de regreso hacia lo mismo
Pero allá
Junto al ángulo sesgado de la estancia
que dulcifica el fuego
nos quedará aún leal silente estoica
Dispuesta a recoger con sus labios de vidrio
todo el delirio y la transformación interior
de esas esencias fluidas:
tu palabra poética que aguarda
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