Reseñas

Carlos Benítez Villodres

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS


EL CANTAR DE LAS AMANTES

Goya GUTIÉRREZ

Editorial Emboscall.
Colección “El taller de poesía”, nº 136.
Vic (Barcelona), 2006. Págs. 66

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       Una vez más la insigne poeta Goya Gutiérrez sorprende a los Reinos de Taifas de la Poesía y al lector con su nuevo libro “El cantar de las amantes”. Poemario este que, como proceso reactivo a la mediocridad lírica existente, adecua, revitalizando, los sentimientos nobles del lector con los de la autora. Dicha conexión actúa de catalizador para impregnarnos de lo esencial de la vida y apartar de nosotros lo accesorio de esa realidad en la que nos movemos cada día.

        Goya Gutiérrez es una poeta que escribe sus versos con talento creador y elegancia, lo cual es muy difícil encontrar en la poesía actual y en la de décadas anteriores. La autora crea sus poemas con un léxico y unas figuras exuberantes que elaboran unas imágenes poéticas, sugerentes y meditativas, donde el virtuosismo lírico se halla presente tanto en la forma como en el contenido. Asimismo, una de las aspiraciones conscientes de la poeta es su aportación novedosa, sorprendente, a cada una de sus creaciones, lográndolo con eficacia y eficiencia sumas.

        “El cantar de las amantes” se presenta en una exquisita edición (Colección “El taller de poesía”) de la Editorial Emboscall, Vic (Barcelona) -tan acreditada como prestigiosa dentro y fuera de nuestras fronteras- dirigida por mi gran amigo Jesús Aumatell Mola.

        Ciertamente las creaciones poéticas de Goya, impecables y trepidantes, fluyen de sus valores personales y literarios, de su rigor en el pensamiento y la expresión, de los análisis exhaustivos de sus captaciones naturales…, en definitiva, de su inmensa riqueza anímica. El resultado es un apabullante paraíso de poemas en el que se nota la pasión de la poeta por vivir en poesía. Por ello, en pleno auge del mundo virtual, la inspiración reflexiva de Goya posee esa fuerza y sentido que proporcionan al lector ideas y percepciones y sensaciones que no le permiten proseguir, con indiferencia, su camino. “La aventura espiritual de la poesía, manifiesta el egregio poeta colombiano Gabriel Jaime, es la continuada búsqueda de la vida nueva. La poesía, que fortalece al ser a través del lenguaje, ha señalado que la realidad conspira contra todos, para abolirnos. Pero la poesía sabe que la realidad se negará a sí misma. Es la realidad la que agoniza, no la luz, no la poesía”.

        La singularidad rige todos los componentes de esta obra, gracias a los cuales se reconoce el pálpito emotivo de la autora, ese esfuerzo por recrear literariamente su autenticidad y experiencia, sus evocaciones y deseos, sus inquietudes y liberalizaciones vitales…desde lo más íntimo de su conciencia.

        Goya Gutiérrez, mujer de ternura mágica y de marcado dinamismo, alma al desnudo, sorprende por su tersura poética-musical, don especial que se le entrega al artista antes de ver la luz por vez primera y que posterior y constantemente cultivará lo mejor posible para hacer bien su oficio de poeta. Posiblemente ni ella misma se ha dado cuenta, por ejemplo, de la intrínseca atracción que hay en los últimos cuatro versos del poema que le dedica a Anna Ajmatóva. Los tres primeros versos forman una estrofa (un endecasílabo entre un heptasílabo y un octosílabo) y el cuarto, otra (endecasílabo): “en la contraportada/ la carcoma penetra hasta los huesos/ llegó el tiempo de inventar// una nueva vacuna para el alma.//” (Del poema “Una nueva vacuna para el alma”, p. 15).

        39 poemas componen “El cantar de las amantes”, distribuidos en 4 partes. La primera, “Homenajes”, lo forman 7 poemas: a la poeta y al poeta suicidas, a Alejandra Pizarnik (Poeta bonaerense que murió a los 36 años -1972-, tras ingerir una sobredosis intencional de seconal), a Frida Kahlo (Egregia pintora mexicana que falleció a los 47 años -1954-, después de llevar una trágica vida debido a enfermedades y accidentes), a Maria Mercè Marçal (Poeta, traductora y novelista catalana. Falleció a los 46 años -1996-), a Anna Ajmátova (Poeta rusa. Murió a los 77 años -1966-), a Alfonsina Storni (Poeta que, aunque nació en Suiza, desde los 4 años vivió en Argentina. Terminó su vida suicidándose ahogada en la playa de la Perla, en el mar de Plata, el 25 de octubre de 1938 -a los 46 años-) y a Marina Tsvietáieva (Poeta rusa. Se suicidó a los 51 años -1941-). Todas ellas tuvieron los siguientes rasgos de identidad anímica: sensibilidad suma, transparencia psíquica, gran talento creativo, singular personalidad -caracterizada por un profundo sentido de la independencia y la rebelión contra los hábitos sociales y morales ordinarios- movida por la pasión y la sensualidad, elegancia, humanidad, vanguardista, sobria alegría y peculiar sentido del humor, voz femenina representativa de la mujer, autorreflexiva, famosa en vida, existencia desafortunada… Evidentemente nuestra poeta, Goya Gutiérrez, no ha elegido a estas 7 mujeres al azar, sino a sabiendas que todas ellas fueron poseedoras de ese don, que ella también atesora en los hondones de su intimidad, al que ya hice alusión anteriormente.

        En la segunda parte, “Cantares”, hay 8 poemas. En ellos, la poeta nos muestra, con audacia, los laberintos de su intimidad y ciertas nebulosas o ensoñaciones en racimos y determinadas constelaciones o luminarias-guías de signos clave, que en ellos habitan enraizadas al sol amante de la esperanza y del deseo, del tiempo presente y pretérito y del olvido de la voz insomne, que laten apasionada y rebeldemente en sus adentros. “Navego por sombras de paisajes/ donde unos dioses escribieron/ leyendas de afligidas diosas// hoy quedan en esa tierra signos/ de otras ficciones con verdades/ inamovibles como losas.//” (Del poema “Hacia lo ignoto”, p. 22).

        “Las siete amantes” es el nombre de la tercera parte, compuesta por 7 poemas sin títulos. Si “sólo se vive el tiempo que se ama”, tal y como sentencia Claude A. Helvetius, muchos seres humanos viven demasiado poco tiempo, ya que “es tan corto el amor, afirma Pablo Neruda, y tan largo el olvido”. Desgraciadamente el fuego del amor se apaga solo y pronto. A veces del amor no quedan ni las cenizas. Por ello, se olvida. Es evidente que al avanzar cada día por la senda del tiempo sin cultivar esos recuerdos que siempre necesitan de nuestro laboreo para permanecer vivos es cuando aparece en nosotros el olvido, borrando, inconscientemente, las huellas que nos dejaron. Alejandra Pizarnik en su poema “El olvido” (de su libro “Los trabajos y las noches”, 1965) nos dice al respecto: “en la otra orilla de la noche/ el amor es posible// -llévame-// llévame entre las dulces sustancias/ que mueren cada día en tu memoria”.// Goya Gutiérrez también nos refiere en el poema V de esta tercera parte estos preciosos versos que marcan al lector: “No soporté la huida de tus pasos/ Avanzando hacia tu desmemoria de mí./ El no saber desató cielos negros/ Llenos de pajarracos que cegaron mis ojos./Creció la herrumbre por los débiles muros/ De aquella casa nuestra pintada de locura./ El no saber me anegó en los abrojos/ Que ahora brotan de mi boca.”// (p. 35). Por fin, llega el olvido. Hay una época en la que amortigua nuestro sufrimiento, nuestro dolor. A ésta le sigue otra que, al evocar el tiempo pasado, nos deja indiferentes. Por último, la ausencia absoluta, el olvido. Aunque a veces se produce el hecho mágico del reencuentro, pero… ¿es el mismo amor el que nos hace resucitar?

        “La flor del hibisco” es el título que la poeta le dio a la última parte de su poemario. ¿Por qué Goya eligió “La flor del hibisco” para acoger a los 17 poemas amorosos, también sin títulos, que contiene este tramo del libro? Sabemos que la flor del hibisco dura sólo un día, lo cual no es ninguna originalidad, pues ocurre a menudo en el mundo vegetal. Lo que sí es insólito y curioso es cómo se cierra y cómo cae dicha flor. Ésta comienza a cerrarse al atardecer (no olvidemos que esta planta es de origen tropical), y lo hace girando los pétalos sobre el eje de la flor. Mientras se produce el enrollado cerramiento, va cambiando la flor de color y formando una sustancia pegajosa con la que se adhieren los pétalos al cerrase éstos. Al cabo de unos minutos, la flor está completamente cerrada en la planta, replegada sobre su estilo y estambres. Unos segundos después cae al suelo. Si intentamos abrirla, la destrozamos. Obviamente un hibisco adulto siempre tiene flores, porque, aunque muchas mueran al día, nacen otras muchas que se abren al alba. Tras lo expuesto, juzgue el lector al leer este bello y breve poema: “Y cuánto durará, nos preguntamos,/ Esta pulsión universal que engendra/ El gozo imperturbable de adentrarnos,/ Ser uno, en cada anochecer,/ Y desde lo abisal del mar surgir/ para reconocernos/ a la luz de otro día”.// (Poema XI, p. 52).

        Goya Gutiérrez (1954). Es de origen aragonés. Desde 1968 hasta 1999 vivió en la ciudad de Barcelona, en cuya Universidad se licenció en Filología Hispánica. Ha estado dedicada durante años a la docencia en el nivel de secundaria. Actualmente reside en Castelldefels (Barcelona) y forma parte del grupo de poesía “Alga”. También, desde hace cinco años, es coordinadora y coeditora de la Revista Literaria “Alga”.

        Anteriormente formó parte del grupo de poetas editores de “Bauma Cuadernos de Poesía”, de Barcelona. De esta colección es la plaquette “Regresar” (1995).

        En 2001 publica el libro de poemas “De mares y espumas” (Ed. La mano en el cajón, Barcelona). En 2004, “La mirada y el viaje” (Ed. Emboscall, Vic -Barcelona-).

        Sus obras han sido y están siendo recogidas en varias antologías.

        Ha publicado también poemas, relatos, artículos, entrevistas y comentarios sobre libros de poesía y narrativa en diversas revistas de ámbito nacional.

        Teresa Costa-Gramunt y la autora presentaron al público “El cantar de las amantes” el 25 de octubre de 2006 en la librería Proa Espais, de Barcelona.