La Mirada y el Viaje - Presentaciones

Ateneu Barcelonès, 7 de marzo de 2005

Ma Cinta Montagut

Presentar un libro de poemas es siempre un ejercicio comprometido y no exento de vanidad de quien lo presenta que puede aprovechar el uso de la palabra para hacer gala de su erudición o de su sagacidad para ver en el texto que presenta más de lo que su autor o autora ha escrito o visto.

Me ceñiré pues, lo más posible, a darles a ustedes una visión personal de la lectura que he hecho, con toda seguridad incompleta, del poemario La mirada y el viaje del que es autora Goya Gutiérrez.

Goya Gutiérrez dice que para ella la poesía es indagación de sí en el mundo y al revés del mundo en sí. O lo que es lo mismo entiende la poesía como un diálogo, una interacción dual entre el yo y las cosas que en definitiva pueden ser intercambiables como la contemplación en un espejo que devuelve la mirada al contrario, aunque no debemos olvidar que también existe una realidad más allá del espejo, como muy bien nos enseñó Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas.

Es éste el segundo poemario extenso de su autora antes ha publicado De mares y espumas en el año 2001 además de algunas plaquettes.

La mirada y el viaje que presentamos hoy en sociedad se ajusta plenamente a la concepción que la poeta tiene de la poesía y el poetizar ya que desde el título observamos esa dualidad interior/exterior que son la mirada, expresión de la conciencia de un yo, y el mundo representado en el recorrido geográfico a través de distintos lugares, y sobre todo ciudades. Esa dualidad conceptual se mantiene también en la estructura interna del poemario que consta de dos partes. Una primera que su autora titula Impresiones y una segunda que titula La ciudad y sus mundos donde también encontramos una dualidad.

La idea generatriz del libro es la del viaje como justificación de la contemplación de diferentes realidades que son diseccionadas por la mirada. El viaje en la literatura tiene una existencia muy antigua y un simbolismo del que no podemos sustraernos. El viaje es la propia vida siempre en transformación como también se transforma el mundo al mismo tiempo. También tenemos el viaje como huida de un destino inexorable. Y aunque Marcel Proust nos dice que el verdadero viaje es aquel que se hace a través de los ojos que se aman, el viaje es en todo caso, una aventura personal de búsqueda.

El libro se abre con un poema dedicado a Federico García Lorca en el que el cúmulo de imágenes nos recuerdan el caos de Poeta en Nueva York. Cocodrilos urbanos /mordiendo en cada esquina/ tu corazón de campo.

En la primera parte se hace más evidente el viaje que transcurre a través de distintos lugares, que podríamos llamar turísticos, Benarés, Bangkok, Roma, el desierto del Sahara que la poeta ve y analiza no como un yo sino como un nosotros que engloba una visión colectiva de un mundo que no domina Nosotros, occidentales/de cuerpos bien regados/y de abundante fuente/que también vierte sed.

Acaba el viaje en Itaca, en la Itaca particular de la poeta que es la nuestra que es aquel lugar/desde donde partiste/porque el recuerdo pesa.

La segunda parte tiene un carácter distinto, más estático y más simbólico también ya que la viajera se detiene en distintos tipos de ciudades que son una sola ciudad y sus mil caras. Pasamos por la ciudad derruida, la ciudad de los puentes, la ciudad inmobiliaria, etc. etc. Aquí Goya Gutiérrez analiza la problemática urbana desde distintos puntos de vista y habla de problemas reales como el de la anorexia, el de la especulación o la emigración.

Libro exigente y de imágenes hermosas que debemos leer como se lee siempre la poesía: abandonados de las palabras al calor y al color.