Antologías

Antología
"Bajo la estrella el viento" Mujeres poetas de las dos orillas

Prólogo : Juana Castro

Huerga & Fierro editores
Madrid, 2016


En el Regreso

XII

Y cuándo corazón aprenderás
a no dejar volar como incautos gorriones
las palabras
que habían de velar ese tesoro
Habitante tranquilo
en su urna de cristal cerca de tus entrañas

De pronto su cadáver de polvo amenaza
con volver a existir
De nuevo ahogar tus ojos en la arena
del árido desierto que un día atravesaste
huyendo del exilio

Pero sé que dentro de esa noche de hiena
crece también la llama de la vieja bondad
en el pecho de la mujer o el hombre
que apacigua el aullido hasta hacer canto:

de esa voracidad mortal por vivir
y pronunciar el nombre nunca escrito

Del libro Ánforas, (Madrid 2009)

De su revelación

XII

Y en tiempos de sequía la poeta
a regiones cultivables vuela
como la alondra
Haciendo de lo inhóspito su casa
Intentando refugiarse en el tiempo
que huye del bullicio del tiempo
ruidoso de lo célebre

Como el ave fénix
recicla sus cenizas exprimiendo
un zumo que transgreda sus membranas
que llegue al corazón de su cerebro
Porque sabe que el éxito es efímero
que el verde del laurel rápido muda
aposentado en la corona:

que detrás está siempre la única certeza
en la última puerta allí esperando

Del libro "Hacia lo abierto" (Barcelona, 2011)

Invierno

I

Sabemos que el orgullo no siempre está al resguardo
de los vientos cortantes, ni el cultivo tenazmente sembrado
libre de pedregadas que quiebran la hornada de una vida.
Que las horas, voladores insectos invisibles, se escapan.
Que los ocasos se amontonan sin descanso, y precipitan
la ebullición del líquido, que poco a poco se consume.
Que una jaula de grillos se ha colado aquí adentro,
y nos impide gozar plenamente de nuestra sinfonía
preferida.

II

Pero con todo ¿dejaremos que lo opaco tienda alguna
de nuestras vísceras al sol, como un trapo viejo abandonado
detrás de nuestros ojos, a la espera de que alguien lo rescate,
o tomaremos parte, y arrebatándoselo coseremos
sutilmente sus costuras, le daremos un nombre propio,
plancharemos su centro y todos sus vértices
hasta prenderlo dentro y conseguir que lata y se alce
como cometa a la luz azulada de un día cualquiera
de invierno?

Hebras

I

En mi cuerpo hay un pozo vacío de sangre
celebrando su ausencia,
y una voz como aérea vena de savia
por las ramas más altas del árbol asciende a la copa,
y allí otea leve y vaporosa el transitar de abajo,
y la tierra granada que un día fue necesidad
y ahora tan solo es anécdota.
De ese pozo ha crecido abundante y fecunda la hierba,
y mi cuerpo es un bosque es un río es un lienzo
por donde una mujer atraviesa y expulsa y olvida.

II

En mi cuerpo hay un pozo exento de sal y de piedra,
un surtidor de agua redivivo donde mi boca bebe,
y cabos enredados, dispersos que se entibian y se unen :
travesía, acueducto, urdimbre hallada de otra piel,
de otras hebras