Erato bajo la piel del deseo (Antología de poesía erótica)

A cargo de Pura Salceda. Contrapunto 58 Sial Ediciones (Madrid 2010)

Poemas de Goya Gutiérrez: Presente / Que no se acabe / La Flor del Hibisco I, IV, V y XI

PRESENTE

Me desboco
En las arterias de tu música,
En sus ojos de neón.
Abrazo claros de luna.
Hago equilibrios
En las aristas de la madrugada.
Destruyo los límites.
Altero el orden
De los días y las noches.

Para curarme
De la ceguera de tu boca,
Vierto licores envenenados
Que adhieran tus paredes
A las mías.
Enhebro a tu lengua
El hilo de mis deseos.
Me anudo en tus labios.
Danzo en tus vértices

Agotando las horas.


QUE NO SE ACABE
Ese roce vampirizante
de los cuerpos.
Ese querer asirse
al primer canto
antiguo de alborada.
La demora en penetrar,
y quedar con la duda
de alcanzar el instante
temiendo agonizar.
El ansia de dilatar el tiempo.
Aquél que caprichosos un día
desencadena la llama,
y otro cualquiera la aprisiona
la ahoga con su mano
sin piedad.

Del libro "De mares y espumas" (2001)

LA FLOR DEL HIBISCO

I

Ya traspasamos juntos la edad de los geranios
Que superó el invierno.
Vivir como volcanes incandescente amor,
Sosegar con ternura el fuego desbocado,
Y regar cada día nuestros ojos
Como vistosas plantas,
Y tenernos cada noche
Desnudos, sin pecado
Bajo un árbol frondoso del edén.


IV

Ahora que la luz permite reencontrar
Los silencios que en el grito hibernaban,
Ahora que la lluvia crece irreversible
Bajo el resplandor del trigo y sus espigas
No quiero
Que el tiempo en que dudé de mí
Y de tu existencia
Trace sus redes de telaraña inhóspita.


V

Pero, sin el certificado de amar,
Sin bendición ni hipoteca que obligue,
He mezclado mi sangre con tu sangre.
Mi saliva a través de tus labios
Se entrega como espuma
De ola a las arenas. Tierra y carne
Preñadas del olor a magnolia
Y del color del ámbar. Las lenguas,
En aquel hechizarse, olvidan
Los recuerdos de sombras de aves negras
Que traspasan el aire y llegan
Hasta el rayo fatal,
Con cuya claridad abrasa
El espectro más ínfimo.


XI

Y cuánto durará, nos preguntamos,
Esta pulsión universal que engendra
El gozo imperturbable de adentrarnos,
Ser uno, en cada anochecer,
Y desde lo abisal del mar surgir
Para reconocernos
A la luz de otro día.

Del libro “El cantar de las amantes” (2006)